El pensamiento salvaje
Autor: Claude Lévi-StraussEditorial: Fondo de Cultura Económica
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Tratado clásico de la antropología contemporánea que revisa, bajo enfoques críticos y profundos, las actitudes recónditas del ente humano como sus mitos, ritos, creencias y creaciones, que en esencia no han variado mucho con los milenios.
Sobre el autor
Bruselas, Bélgica, 1908. Originario de una familia judeoalsaciana radicada en Francia desde comienzos del siglo XVIII, se licenció en Filosofía y Derecho por la Sorbona (1931). Integró la misión francesa enviada ala Universidad de San Paulo (Brasil), de 1935 a 1938. Allí dictó cátedra de Sociología y organizó expediciones etnográficas al Mato Grosso y al Amazonas. Durante la segunda guerra mundial, se traslado a Estados Unidos donde enseñó en la New School for Social Research de Nueva York. En 1948 regreso a Francia reanudando la enseñanza y la investigación. Es nombrado Director de Estudios de l´École Practique des Hautes Etudes de París (1950-1959) - sucediendo a Maurice Leenhardt - y luego titular de la cátedra de Antropología Social en el Collége de France (1959-1982), sucediendo en esta ocasión a Marcel Mauss. Es miembro de la Academia Francesa desde 1973. Antropólogo y etnólogo, Claude Lévi-Strauss es uno de los principales fundadores y máximo exponente contemporáneo del estructuralismo. Su temprana desilusión con respecto a su formación académica inicial y el deslumbrado encuentro con la nueva orientación brindada por la aplicación de la metodología estructural, constituyen un vasto y peculiar itinerario que aún mantiene su vigencia. A esta corriente de pensamiento se adscriben en Francia, con sucesivos y nuevos aportes, tanto Roland Barthes como Jacques Lacan, Louis Althusser o Michel Foucault.
Claude Levi-Strauss reconoce su punto de partida en la observación directa de las sociedades primitivas, las más simples y alejadas en el tiempo y en el espacio, con la finalidad de extraer un determinado número de principios que pueden ser aplicados en el entendimiento del fenómeno humano en su totalidad. Su concepto de la profesión de antropólogo como una ocupación total, testigo ocular, descifrador e intérprete de claves o códigos, se inscribe pues, en última instancia, en una perspectiva filosófica, indeterminada e indeterminante, de permanente búsqueda y apertura.
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